Correr Sin Piernas Para Enseñar a Volar
- Emmanuel Bravo

- 10 oct
- 3 Min. de lectura
Vivimos en la era del manual de la excusa perfecta. El “no tengo tiempo”, el “no tengo los recursos”, el “a mí nadie me ayuda” son el soundtrack de una generación que a veces parece olvidar de qué está hecha. Pero de vez en quando, alguien le prende fuego a ese manual y reescribe las reglas del juego con una historia tan brutalmente inspiradora que te obliga a callarte y a replantearte todo. Esa persona hoy se llama Juan Pablo Dos Santos, y está a punto de correr el maratón de Nueva York con dos prótesis.

Hace seis años, a Juan Pablo la vida le dio una patada que a cualquiera de nosotros nos habría dejado en la lona para siempre. Un accidente de coche le quitó las dos piernas. Fin de la historia para muchos, pero para él, fue el jodido punto de partida. Ya sabía lo que era empezar de nuevo; una lesión lo había sacado del fútbol. Pero esto era otro nivel de reinicio forzoso. La mayoría se hubiera ahogado en la pregunta “¿por qué a mí?”, una espiral de autocompasión sin salida. Él, en cambio, le dio la vuelta a la tortilla con una pregunta mucho más poderosa: “¿para qué me pasó esto?”.
Ese simple cambio de palabra lo alteró todo. El “para qué” no busca culpables, busca un propósito. Convirtió la tragedia en combustible y el dolor en un megáfono. Juan Pablo se negó a ser la víctima de su biografía y decidió convertirse en el autor de una nueva. Se dedicó a dar conferencias, a crear contenido y a demostrar con cada puto paso que los límites más cabrones no están en el cuerpo, sino en la cabeza. Su vida se transformó en la respuesta a esa pregunta que se hizo en su peor momento.
Y vaya si encontró la respuesta. Su propósito ahora tiene forma de asfalto y zapatillas especiales. Empezó en su casa, en Caracas, completando la media maratón CAF en más de cinco horas de esfuerzo sobrehumano, rodeado de su gente. Ese día no solo cruzó una meta, se demostró a sí mismo que el sueño era tangible. Luego se fue a Madrid y repitió la hazaña. Cada kilómetro recorrido sobre sus prótesis era un golpe en la mesa, un grito silencioso que decía que lo imposible es solo una opinión.
Ahora, el reto es demencial: el Maratón de la Ciudad de Nueva York. Estamos hablando de entre 16 y 17 horas de movimiento continuo, un castigo físico y mental que la mayoría de la gente con sus cuatro extremidades ni se atrevería a soñar. Pero Juan Pablo no corre por una medalla. Corre para materializar un movimiento, “Imparables”, un llamado a la acción para todos. Un recordatorio de que no necesitas tenerlo todo para sentirte completo, solo la convicción para empezar.
La historia de Juan Pablo Dos Santos dejó de ser suya hace mucho tiempo. Hoy es el reflejo de la resiliencia venezolana, esa capacidad casi mitológica de levantarse cuando todo está en contra. Él no solo va a correr por las calles de Nueva York; va a cargar con los sueños de miles, demostrando que somos suficientes para lograr lo que nos dé la gana, sin importar cuántas veces la vida intente ponernos de rodillas.

La vida no es un deporte para espectadores. Si te cansaste de mirar desde la grada y quieres saltar a la cancha donde se debaten las ideas que mueven el mundo, este es tu equipo. Síguenos en todas las redes como @somosagendavb y únete a la conversación que importa.








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